Falsos. Árboles. Plásticos.

¿Alguna vez se sintieron increíblemente identificados con una canción? ¿Tanto como para sentir que sienten lo mismo que sintió el artista cuando compuso cada estrofa, cada acorde? ¿Tanto como para hacer un blog que se titule como esa canción?

Va más allá de las verdaderas intenciones del artista realmente, es una sensación que nace de uno, pero en esos momentos siento que realmente las canciones cambian el mundo, cambian mi mundo.
Es tan difícil saber qué es lo que realmente piensa uno y lo que es inducido por el medio. Diferenciarse. Crear un pensamiento nuevo que no sea una mera combinación de los que ya existen. Identificarse como único, e irreproducible.

Adoptar la propia personalidad como un estilo de vida, contra viento -como el que ahora escucho fuera, aquí en Mar del Plata- y marea -como la que imagino a unas cuantas cuadras de aquí-. Luchar por que no muramos dentro nuestro, porque ese ser que creemos somos viva en el cambio hacia la superación personal, y el conocimiento último de la propia persona. No abandonarse a la suerte de los vaivenes de la vida, ni dejarse llevar por la ruleta que algunos no dejan de hacer girar. Percibirse en cada acto, genuino y leal a sí mismo. Adoptar nuestras heridas con orgullo por haber vivido, nuestras historias de amor con cariño por haberlas escrito, nuestros errores como una oportunidad de sentir el dolor en el otro, nuestros encuentros como una única explosión de amor que quedará grabado, en algún lugar del universo, con nuestros nombres, en el éxtasis de la pasión del que verdaderamente siente y sufre, en carne propia, la unión mística de los seres, y su separación.

Ver al mundo como una gran comunión de deseos llenos de luz y no de sombra. Regocijarse en el llanto del que abre sus pulmones, y en el del que se asombra. Crear vínculos como abrazos que nunca cesan, con guiños a la distancia que intenta separar lo que ya no se puede.

Pero es indispensable sufrir. Sentir el dolor, tanto el propio como el ajeno. Sentir cómo se nos cierran los pulmones que antaño se abrían por primera vez, sentir cómo las lágrimas guardadas explotan de las cuencas de los ojos, cómo el llanto es insuficiente para expeler todo el dolor de nuestras venas, que se inflan y sofocan, como nuestro pecho, que no soporta al corazón, como puño apretado que bombea esa lluvia etérea y violeta, tratando de limpiar el gris desteñido y que aparezca el verde esperanza. Ver cómo nuestro cuerpo es un medio para expresar el dolor, celebrando con cada latido ese desencuentro, esa verdadera pasión del que ha amado con todas sus fuerzas, y lo sabe. Ese tenor de nuestro ser, que crece y crece con cada gota derramada, que se sabe dependiente, perdido en un mar del que nadie lo puede salvar. Esas verdaderas ganas de morir en vida, y querer dar todo por unos segundos más de esa explosión que ahora sólo recordamos. Esas ganas frustradas de querer seguir encontrándose en otro ser. Esa ruptura, esa cicatriz.

Nadie quiere sentir esto.

Nadie quiere pasar por esto de querer de verdad a una persona. Pero es indispensable para vivir la realidad propia, la que nos hace ser quiénes somos. Llorar a lágrima viva, como sugería Girondo, saber que ésas lágrimas son lo único que nos separa de la imitación de la vida, de vivir lo que otros pensaron para nosotros, de sentir el amor como debe ser, pasional y etéreo, difícil y simple, vivo en la contradicción, sutil como una sabana desarmada y duro como la piedra, inalcanzable, indefinible, pero que nos hace eternos.

No rodearme de gente artificial, de objetos que digan que debo desear, de sentimientos que me sugieran, de sonrisas que no creo, es mi meta personal.

Sentir el deseo de querer ser el ideal para alguien, sin perder el deseo de querer ser genuino. Sentir cómo no somos esa persona, y sufrir por eso, pero alegrarnos de mantenernos en el camino de la lealtad a uno mismo. Sentirme libre, libre de ser quien quiera ser.

Destruir aquellos falsos árboles plásticos, y sembrar mi semilla única en la Tierra, regándola para que crezca con mis lágrimas de alegría y de tristeza, de Sol y de Luna, para sentir el goce eterno de una vida que valió la pena ser vivida.




A green plastic watering can 
For a fake chinese rubber plant
In the fake plastic earth 
That she bought from a rubber man
In a town full of rubber plans
To get rid of itself
It wears her out, it wears her out
It wears her out, it wears her out 
She lives with a broken man 
A cracked polystyrene man
Who just crumbles and burns 
He used to do surgery 
On girls in the eighties 
But gravity always wins 
And it wears him out, it wears him out
It wears him out, it wears him out
She looks like the real thing
She tastes like the real thing
My fake plastic love
But I can't help the feeling 
I could blow through the ceiling
If I just turn and run 
And it wears me out, it wears me out
It wears me out, it wears me out 
And if I could be who you wanted
If I could be who you wanted 
All the time, all the time

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