La quiero de Rúcula y Parmesano

Si cada año fuera como una ida a un restaurante en el cual llegamos con lo que hemos comido previamente y nos vamos con más o menos armas para saber si volver o no al mismo lugar, y si me gustaran las ensaladas reales tanto como me gustan las metafóricas, en el resto "Un lugar distinto" me pediría una ensalada de rúcula y parmesano. Siempre me gustó el queso, la compañía de cada comida, lo que le da el valor a la misma pintándola con nuevos sabores, que vendría siendo mi tarea cotidiana, mi conjunto de vocaciones que tímidamente buscan prevalecer frente a las otras. Pero la rúcula, la oruga, la "Eruca Sativa" * que sale de la natura y vuelve a ella, que sale de Córdoba y me acompaña a Paraná, a Mar del Plata, reorientando mi norte sin quererlo en cada acorde que aparece como nuevo frente a mí, sorprendiéndome gratamente cada vez que se repita frente a mis pupilas, materializando lo etéreo del sonido, lo frágil de la pasión, la magnificencia de la humildad que enmarca cualquier búsqueda; en un néctar de visiones que formarán los recuerdos de este nuevo año.

Éste, que quiero lleno de música, que se pueble de buenas vibraciones que me puedan seducir, haciendo mi paso un poco más fuerte, un poco más lejos del suelo. Que venga el ejército de notas de más que Hesse sugirió que hay en las obras de Wagner, y me acompañe para marcar los pasos más fuertes, más consistentes, al ritmo de queterecontrabajo. Que aterrice Saint-Exúpery con su P-38 para presentarme personalmente con el principito, y ver cómo en realidad este pequeño es un reflejo de lo que siempre quise ser, alguien tan humilde e inocente de espíritu, despojado de cargas banales como el orgullo o el honor, para poder volar, liviano, lejos, perderme entre las nubes y olvidarme del éxito y la ambición, para con ellas, piponas nubes que osan interponerse entre la Luna y el Sol, que con sus rayos dibuja su sombra en la tierra, y dibujar algo más importante, que es el poder de los sueños, aquellos disparatados entes que siempre vuelan un poco más alto que nosotros, pero que no tapan ni a la Luna, ni al Sol, ya que sólo existen dentro nuestro, como pequeñas aves que impulsan desde dentro, con un aleteo latente, potente, y vigoroso.

Muchas metas en términos de planes concretos podría yo ponerme, pero la más genuina, la más leal, es una y es que estas aves: la literatura, la ciencia, el arte, embebidas en un caprichoso mar de amor, y al son de los compases de la música; sigan volando...

*Eruca Sativa es una banda de Córdoba, que está marcando, de alguna forma, un camino para mí: http://erucasativa.com.ar/

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