El Tren

Canciones sugeridas para la lectura: John Mayer - Stop This Train; Ry Jones - Busride

Hace rato que ya venía en ese tren. Conocía muy bien los vagones: el del restaurante, el de John, el de Marco, el de los viejos locos y el de los sólo un poco. El de los nuevos, el de los que estaban de lugar de paso pero terminaban siendo donde muchos charlaban. Los más tranquilos solían reunirse en el vagón con la biblioteca, donde también servían café, haciendo la lectura y las charlas en bajo tono muy placenteras, en el apacible entorno, mientras los árboles pasaban, a lo lejos, con sus lechuzas siempre atentas.

Solía ir donde el maquinista y mirar el norte, aunque fuera el sur. Charlaba con él y no me aburría. Mates van, mates vienen, y las horas pasaban. Entonces emprendía la vuelta a mi vagón, que estaba en el fondo, pero no era el último. Salía al aire libre para pasar por fuera del primer vagón, de carga, hasta llegar al segundo que, como el cuarto, era uno de lujo; ambos ubicados extrañamente al principio, donde de haber habido algún accidente, éstos habrían estado más expuestos (lo cual no es tan extraño considerando la gente que los puebla y su necesidad de que los vean en ellos, llegando primero, a los pueblos, poblados por otra gente que quizá no tenga interés en poblar alguna vez estos primeros vagones). Luego, había un tercer vagón, que era la sala común entre los dos de lujo. Yo entraba en estos vagones porque la simpatía todo lo puede. Pero no permanecía por mucho tiempo allí, porque la simpatía no compra todo lo que se compra con dinero.

Después uno se encontraba con el vagón restaurante, usualmente lleno de gente de primera clase, siendo éste un apelativo de lo más curioso para la gente de clase dudosa. La cantina, la de los menos pudientes, se encontraba más al fondo, después de varios vagones de pasajeros, y del de la biblioteca, que se encontraba inmediatamente después del restaurante. Los dormitorios tenían un pasillo al costado que se iba alternando de lugar -en un vagón a la izquierda, en el siguiente a la derecha-, lo que le daba un dinamismo al caminar entre éstos que se complementaba con los cuadros bien afirmados en las paredes, de trenes, ciudades, pintores de los distintos pueblos que recorría el tren y algunos más famosos.

Solía hacer este recorrido hacia las 7 de la tarde. Cruzaba palabras con todo el mundo, en distintos idiomas, aprendiendo de cada uno lo curioso, lo singular, sin perder de vista que para las 9 tenía que estar en la cantina, donde religiosamente comía con mis amigos. Ellos se habían subido en distintas ciudades, pero ya había pasado tanto tiempo que parecía que nos habíamos subido todos al unísono, en un mismo lugar: el de la necesidad de conocer, saber, crecer. Los pasaba a buscar yo, de a uno, primero a Berni, después a Dani, Frank, Tiago, Mari, Fer, John, Marco, Coa, Paige, Cece, Syn, Padi, Tom, Peter y tantos más. De más estaría decir que no siempre comíamos juntos, pero a veces se daba, cada unos cuantos días.

En general, yo era de quedarme bebiendo pero nunca solo, siempre compartiendo, hasta altas horas de la noche, charlando con todos ellos, haciendo que ame cada cerveza vertida con el cuidado que se precisa en un tren. En mis necesarios momentos de soledad, me guarecía en mi cuarto (donde dormía con Padi), en la litera de arriba, a leer, a escuchar música, viendo por la ventana como las nubes, los pájaros, el sol y la luna se prestaban el cielo tan límpido como lo es el de la ruta, el de las afueras. Desde allí me iluminaron siempre las estrellas, incluso en las noches más oscuras; junto con Neruda desde Chile, Hesse desde Alemania, Saint-Exúpery de Francia, Benedetti de Uruguay, Wilde de Inglaterra.

Aprendí muchísimo en este tren. Recorrí más de 300 pueblos durante 260 días, más de 5000 kilómetros. Conocí a varias mujeres de mi vida. Tuve mi primera vez, en tantos ámbitos. Obtuve la sensación de ir sacando capas de oscuridad de la realidad a medida que iba avanzando por las ciudades, dialogando, estudiando las nuevas ideas, escuchando, sintiendo. No existe un momento sin que pueda retrotraerme con facilidad a todas las experiencias vividas aquí, casi negando los miles de días que ocurrieron antes, haciendo de parada obligada a este viaje en el tren de mis recuerdos hacia los recuerdos más viejos, los primeros, los lejanos, los que se funden con el sueño de la mera existencia.

Me levanté, en el día 261. Todo era como siempre lo hubo sido, pero de repente algo no fue como siempre lo hubo sido: ahora esto me entristecía, me ennegrecía; ávido de cosas nuevas, de sacar tanto negro de mi centro. Recorría los vagones y esas imágenes, ya comunes, ya formaban parte de mis recuerdos. Mi presente era un recuerdo incipiente. Y todos sabemos lo difícil que es vivir en el recuerdo.
Traté de hallar algo de presente presente, pero el recuerdo avanzaba y lo acaparaba todo, no dejando lugar para nada nuevo, nada que no provoque un deja vú, y me hice voodoo en el corazón para ver si podía cambiar la situación, pero por mis pupilas sólo se abrían por la luz de afuera.

Me produjo un displacer enorme recorrer el tren esa tarde. Terminé mi recorrido sin despedirme de nadie, y miré a mi bolso ya armado en la litera de arriba. Ya Padi se había bajado, y, desde hace unos meses, compartía la litera con Marco. Viendo algunas de cosas de ambos, los pósters, algunos cuadros y los libros que no podía llevar más que en mi memoria, pronuncié un mudo “Adiós”, y una lágrima recorrió, esplendorosa, mi mejilla. Fue lo último que dejé caer al suelo de ese cuarto.

Arrimándome al borde del tren, cuidando que nadie me viera, mirando al cielo ya pura luz de luna, me dispuse a saltar. Esos pastos me amortiguarían…

Continuará…

Comentarios

  1. Yo tambien estoy planeando un cuento con trenes jaja, dan un ambiente muy copada para mostrar varias ideas. Me gusta como relato autobiografico y como sugeridor (?) de imagenes el cuento, capaz le falta un componente de "ritmo" o "vertigo" pero creo que no es lo que buscas. Quizas sea porque falta la segunda parte, je.

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  2. Me encanta el tratamiento de tu escritura,te sigo!!

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  3. Buenísimo, muchas gracias! Ahora busco el tuyo.

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